Notas,
lentas, líquidas...
caen sobre mi oído
con la elegancia del cuervo.
Melodía que huye,
hermosa y triste,
como huyó vergonzoso
el llanto mío.
Fugitivo es,
el acorde
de tus dedos en mi espalda rota,
de mi voz partida de besos
sobre el canto de tu boca.
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