el mismo camino le guarda
arrastrado desde la lápida,
hasta que el día vuelve a nacer.
El cuerpo febril dramatiza un estado,
de espera,
de contradicción,
de cuándo, de dónde.
Hay distancias insalvables entre
ciertas palabras,
las mías que son más tuyas
las tuyas que son más mías,
pero míralas, a años luz de un hola,
a a penas unos segundos de un adiós.
Me sigue latiendo un reloj por dentro
un cosquilleo que no cesa
mantiene viva esta gárgola, esta procesión infinita
esta tiesa espera que no deja de esperarse sola
quiero partir un centro por la mitad
que dos sean más,
quiero
pagar el dolor al contado,
saldar la deuda,
encontrar el equilibrio del triángulo,
la psiconeurosis del círculo,
la sobriedad del cuadrado.
Pero ahora vivo en bucles
que repiten una imagen,
una y otra vez en mi suela como un chicle,
me sacudo como un pez moribundo
vivo en gravitatorias diagonales
y a cada segundo
me encuentro siempre cayendo
hasta quebrar la línea que divide el mundo.
Y el diámetro de tus ojos
juega a la ruleta con un camino,
giraba como una noria
y yo pensaba que moriría
la historia ilusioria de mi mal de altura,
hoy repetida.
la calentura de un silencio extraño
supurando
mientras tanto
las horas contando
sin un infinito preciso
los mismos gestos,el mismo escenario,
las hojas del calendario besadas y borradas por el suelo
y tu pensando hasta cuando
es necesario
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