Toco tu boca,con un dedo todo el borde de tu boca,voy dibujándola como si saliera de mi mano,como si por primera vez tu boca se entreabriera,y me basta con cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar..
Julio Cortázar

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Para pensar

"Podía parar el tiempo con los ojos,como se para la ciudad de madrugada cuando uno se asoma a la ventana y siente las calles respirar.





Una mirada de hielo,que parecía controlar el ir y venir de los coches,el fugaz ajetreo de transeúntes que en mil direcciones chocaban entre sí,sin parecer tener muy claro cuál era su dirección,ni su destino.La mujer del carrito y su bebé,los estudiantes,el barrendero,el empresario,el taxista,el camarero..El no pertenecía a ese mundo,se decía,se había  acostumbrado a la desdicha y permanecía días y días en su burbuja impenetrable donde él mismo elegía una inmensa gama de grises con la que esbozaba su propia realidad.


Aquel banco mugriento que chorreaba espesa soledad era su hogar.El insolente invierno sacudía el alma y hasta los huesos,el frío atravesaba paciente el cuerpo que un día fue hábil y fibroso,y del que ya sólo quedaban unos pellejos que daban fé de la ley de la gravedad.Y esa mirada.Era lo único que le hacía parecer todavía vivo.Atento.


El preludio del anochecer.


Los cartones estaban mojados.Esa mañana unos chavales decidieron orinar sobre ellos antes de entrar a clase.


No le importó.Enderezó su bota de vino y tragó ansiosamente hasta liquidarlo.Su efecto tranquilizador lo embriagó.No tenía fuerzas para que le importara ya nada.Agarró su jersey desilachado y roído y cubrió el rostro hasta su nariz,como un niño indefenso ante el hombre del saco antes de que su madre apague la luz y diga "Buenas noches".


Antes de dejar caer los párpados sintió un profundo escalofrío que le atravesó desde los pies hasta el pensamiento,y jugó con cada una de sus vértebras hasta hacerlo tiritar.Así ocurría,todas las noches.El maullido eterno de sus tripas entorpecía la dura tarea de conciliar el sueño a la perenne  interperie de una noche de Diciembre.


Mañana es el día,susurró para sí mismo,sabiendo que sus palabras,viajaban con la melodía del viento que cada vez más fuerte atronaba en sus oídos.Palabras que ni el silencio escucharía.Por fin se durmió.Esa noche,soñó que volvía a nacer.





Despertaba como de costumbre con los primeros rayos de luz que penetraban su rostro, y hacían brillar sus ojos con una fuerza indescriptible,parecía que los rayos,salían de sus ojos,en lugar de salir del sol.


El cuerpo era un bloque compacto,a la vista inherte,un muñeco al que hay que dar cuerda antes de ponerlo en marcha.Le dolía todo,pero más que nada,le dolía la vida.


Era el día.


Cogió la bota de vino ya vacía,pero al fin y al cabo lo único que poseía.Se levantó quebrado y sin un rumbo fijo,empezó a caminar.Llevaba varias semanas anclado a ese banco,anclado a los recuerdos y a su impaciente soledad,más necesitaba retorcer el cuerpo de cuando en cuando para no aplacarse demasiado.Miró el banco,se despidío brevemente con la mirada,más helada que nunca.Supo que nunca volvería,pero no lo hecharía de menos.


Eran las siete treinta de la mañana.Él recorría invisible las callejuelas abarrotadas de gente que le dirigían hacia el centro de la ciudad.Ellos compraban,sus caras dibujaban enormes sonrisas de plástico,tomaban el café del desayuno o andaban estresados hacia el trabajo.A pesar de su aspecto andrajoso,las miradas lo esquivaban háblmente.


Lo mismo de siempre,se dijo.


Miró hacia el puente.Otro escalofrío,pero este no lo causó el intolerante viento,era más bien de curiosidad.


En el trayecto pudo alargar su entrenado brazo y recoger algún bollo que la gente desechaba y dejaba en el plato,estaba muerto de hambre,debía estar ya casi dos días sin llevarse algo al estómago.Bueno,sin contar el vino.


Ya estaba donde tenía que estar.Por fin sus pies estaban seguros aferrados al suelo de aquella acera desgastada que encerraba El Puente del Olvido,como lo llamaban los viejos que merodeaban por allí en las tardes de verano.El puente del centro le había estado llamando en sus sueños,o mejor dicho,le había gritado en sus más oscuras y solemnes pesadillas acuchillando su alma hasta por fin desangrarla.Era el día de dejarla correr.Libre,libre y salvaje como nunca.


Miró a los lados,sorprendido de si mísmo, tranquilo,sereno, con sus sucias manos asiadas a los hierros de la barandilla.Era el día.Pensó de nuevo.


Su mente dejó de funcionar en aquel momento,bloqueada por la situación,fueron su cuerpo y algo que se desprendió de dentro de él los que ahora abrazaban el inmenso cielo con los brazos bien abiertos y se dejaban caer descontroladamente hacia el vacío..Ese vacío no era comparable al que tantas veces rebotó en su sien y meció infinitas noches de dolor,soledad,hambre,marginación,desolación,locura...Su pasado cruzaba frente a sus ojos helados torturándole a cada segundo,cada imagen era un pequeño alfiler que lijaba el corazón erosionado por la desesperanza.Lo había hecho.


La gente que alcanzó a ver como el cuerpo se precipitaba dejando atrás el puente, estaba totalmente desconcertada,y más un día como ese.Un panorama triste,desolador,penoso.Increíble.





Su cuerpo yacía aparentemente sin vida a cincuenta metros bajo el espantado público que morbosamente y como en una alucinación contemplaba la escena.Sus ojos,que quisieron morir lentamente y que  aún estaban abiertos empezaban a derretirse, no sin antes observar un inmenso cartel que adornaba alegremente el puente del olvido,y del que antes no se había percatado,que decía con lucidas letras:


 FELIZ NAVIDAD !"

1 comentario:

el del pasamontañas dijo...

asi que todo empezó una jodida navidad...

fechas delirantes en las que quién más derrocha más nos quiere,
el más borracho mejor se lo pasa...

y toda esa mierda